En 1996, Telefé, la famosa cadena televisiva argentina, decidió innovar con la presentación de «Mi familia es un dibujo», una comedia sentimental que se adelantó a su tiempo al mezclar el mundo de los dibujos animados con el real. Pero lo que quizás no esperaban era que, cinco años después, este programa se convertiría en un fenómeno en Cuba, tras ser transmitido en el espacio Aventuras en 2001.

La Familia Marzoa-Medina y un miembro inesperado

El corazón de la trama gira alrededor de la familia Marzoa-Medina, cuya peculiaridad radica en un miembro muy especial: Dibu, un dibujo animado. La serie, en sus 96 episodios, nos cuenta cómo Marcela, papel interpretado por Stella Maris Closas, durante su embarazo, tenía un profundo deseo de ver dibujos animados. Para su sorpresa, y la de todos, dio a luz a un niño dibujo animado de pelo pelirrojo y una sonrisa cautivadora. Dibu no sólo logra ganarse el corazón de su familia, sino también el de los espectadores.

Relaciones familiares y adolescencia

Más allá de la interacción entre un dibujo y personas reales, «Mi familia es un dibujo» abordó temas profundos como los desafíos de la adolescencia y la dinámica entre padres e hijos. El elenco estaba compuesto por talentos reconocidos, como Germán Kraus, quien interpretaba a José “Pepe” Medina, y los hermanos de Dibu: Víctor, Caro y Leo, personificados por Facundo Espinosa, Marcela Kloosterboer y Andrés Ispani. Atilio, el abuelo de la familia, fue interpretado por el querido y ya fallecido actor Alberto Anchart.

Del pequeño al gran pantalla

El éxito de la serie no se limitó a la televisión. «Mi familia es un dibujo» también se expandió al cine con tres películas: “Dibu, la película” en 1997, “Dibu 2, la venganza de Nasty” en 1998 y “Dibu 3, la gran aventura” en 2002.

Dibu: Un fenómeno cubano

La serie no sólo logró captar la atención de los espectadores cubanos, sino que también generó una ola de productos personalizados que tenían a Dibu como protagonista. Desde libretas, camisetas hasta forros de libros, Dibu se convirtió en un ícono.

En conclusión, «Mi familia es un dibujo» no fue simplemente una serie de televisión. Se convirtió en un hito cultural que traspasó fronteras y dejó una marca indeleble en el corazón de muchos cubanos.