Al regreso a clases, los estudiantes de la Universidad de Ciencias Informáticas se encontraron con una modesta bienvenida en el comedor: su almuerzo consistió solamente en arroz acompañado de un huevo.

Desde la administración, ante la evidente crisis alimentaria que enfrenta el país, se solicitó a los estudiantes que, de ser posible, aportaran ingredientes para enriquecer y diversificar los platillos del menú. «A través de un comunicado en el grupo universitario, nos pidieron que colaboráramos trayendo algo para complementar la comida. En estas circunstancias, es lo que hay», comentó un estudiante.

Este no es un caso aislado. Hace unos meses, estudiantes de la Universidad Tecnológica «José Antonio Echeverría» (CUJAE) en La Habana, una de las instituciones académicas más renombradas de Cuba, también manifestaron su descontento en redes sociales por el limitado menú que se les ofrecía: col hervida, arroz blanco, un poco de pan y ocasionalmente ensalada encurtida.

La difícil coyuntura que enfrenta Cuba, marcada por desafíos económicos y gestionales, ha llevado a un notable déficit en alimentos y otros insumos esenciales, situación que también afecta, lamentablemente, a la comunidad estudiantil del país.