La televisión estatal cubana, a través de Cubavisión, ha ofrecido disculpas al público tras la difusión de la canción «Hacha» del artista Oniel Bebeshito en la gala del Lucasnómetro. La controversia gira en torno a las alegaciones de que la canción promueve el sexismo y la violencia contra la mujer.

En un comunicado en su perfil de Facebook, Cubavisión reconoció el error y señaló que habían tomado medidas administrativas contra los responsables de incluir la canción en la programación. Además, afirmaron su compromiso con la defensa de las políticas que promueven y protegen los derechos de las mujeres y los valores del sistema social cubano.

 

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Cubadebate, otro medio cubano, se unió a la crítica, describiendo la canción de Bebeshito como una que «fustiga a una mujer». Esta crítica abordó no solo las implicaciones de género de la canción, sino también su calidad artística, lamentando la falta de profundidad y originalidad en su contenido.

Sin embargo, esta situación ha llevado a un debate más amplio sobre lo que debe y no debe ser transmitido en los medios controlados por el gobierno cubano. Si bien se criticó a «Hacha», se señaló que otros artistas con contenido similar o más polémico se presentaron en el Santa Maria Music Fest, un evento organizado por agencias gubernamentales cubanas en colaboración con productores extranjeros. El festival contó con la presencia de Tekashi 69, un artista estadounidense con antecedentes penales conocido por su música con fuertes connotaciones sexistas, y la cantante Yailín La Más Viral, quien causó controversia al pasarse la bandera cubana por los glúteos en un acto que fue ampliamente difundido en redes sociales.

El debate subraya la tensión en Cuba entre la promoción de valores culturales y sociales tradicionales y la influencia de la música urbana y otros géneros contemporáneos que son populares entre los jóvenes. Bebeshito, con sus otras canciones populares como «Manguera» y «Grito», es un testimonio de la creciente popularidad de la música urbana en la isla.

La situación plantea interrogantes sobre el papel de los medios de comunicación en la promoción de ciertos valores y la responsabilidad que tienen al seleccionar el contenido que transmiten, especialmente en un contexto donde los medios están controlados por el gobierno. Es evidente que la música y la cultura están en el centro de este debate en Cuba, y será interesante ver cómo evoluciona este diálogo en el futuro.